miércoles, 27 de marzo de 2013

Neuromarketing y el pago con tarjeta

Sois muchos los que, a través del email y redes sociales, me habéis preguntado por la influencia de los medios de pago en el proceso de compra. Y como la razón de este o cualquier blog son sus lectores, escribo este post sobre ese tema.

En Brain Topography en el año 2000, se publicaba el estudio: "Real time of processing of effective and cognitive stimuli in the human brain extracted from MEG signals".

En dicho estudio, los investigadores entregaron una cantidad en efectivo a cada participante en la prueba. Les dijeron que podían gastar el dinero o no. En caso de gastarlo, debían decidir en qué.
Mientras se le mostraban imágenes de posibles compras con sus precios, se observaba su actividad cerebral.

Se prestó especial atención a las zonas relacionadas con el placer, la recompensa y el dolor. Concluyendo que el pago con tarjeta de crédito u otras formas que no supongan desprenderse de billetes o monedas (cash) minimizan el dolor, dado que se observaba una actividad menos intensa en la ínsula (relacionada con este sentimiento).

Es por eso que muchas grandes superficies que poseen medios de pago propios, incentivan el uso de estas tarjetas frente al pago en efectivo. Además del beneficio que obtienen por los intereses que, a veces, estas les generan, estas formas de pago hacen que el cliente sienta que no se está desprendiendo de dinero, pues no ven el efectivo salir de su bolsillo.

Otras formas de pago, como PayPal o el casi inminente pago por NFC con el smartphone, es de esperar que tengan un efecto parecido al de las tarjetas de crédito.

Si hablamos de compra por impulso, el momento del pago, muchas veces, termina con esta venta. Cuando vemos que tenemos que desembolsar una determinada cantidad, es justo cuando nos empezamos a plantear si merece la pena o no.

Por eso es frecuente que, productos sensibles de ser comprados por impulso en determinadas campañas, pero que tienen un precio alto, sean incentivados con un descuento extra si se emplea la tarjeta de la gran superficie en cuestión.

Con esta estrategia de la rebaja adicional consiguen que muchos, empleando la tarjeta, no empecemos a plantearnos la conveniencia de la compra. Por tanto consiguen en productos de precio medio-alto, el mismo efecto que con productos de precio bajo.

Cuando estamos en la caja del super y vemos chicles a 1 euro, los compramos y no nos planteamos su conveniencia porque al ser el precio bajo, el "dolor" que nos provoca es pequeño. Sin embargo cuando se trata de artículos de 100 euros, o 200, en el momento del pago comienza el dilema. Por eso lo incentivan con un descuento adicional al pagar con tarjeta. Así, no vemos salir el dinero de nuestras manos y muchos no nos planteamos si merece la pena o no.

Saben perfectamente que el precio es uno de los factores que paran la compra por impulso de estos productos y tratan, reduciendo este lo menos posible, que no lo percibamos, pues la venta, como he comentado muchas veces, es una cuestión de percepciones.

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