miércoles, 8 de mayo de 2013

Neuromarketing y el secreto del buen vendedor

En la mayoría de ocasiones, argumentamos características de producto de acuerdo a lo que nosotros creemos que el cliente quiere saber sobre nosotros, sobre nuestro producto. No sobre lo que él desea saber.

Otras veces, muchas desgraciadamente, nos referimos a lo que vendemos como a un producto. No a la utilidad que tiene ese producto para el cliente o a lo que este sentirá cuando lo use. Es otro error muy corriente.

Pero el error más común, al que casi nunca prestamos atención, es averiguar cuál ha sido la experiencia anterior del cliente con productos o empresas similares a nosotros.

Cuando nuestro cerebro elabora una respuesta o toma una decisión, siempre tiene en cuenta el conocimiento anterior. Por eso, el ser humano, es, por naturaleza, curioso. Porque necesita saber, conocer, para elaborar respuestas y tomar y decisiones.

Las experiencias anteriores y el conocimiento previo sobre algo siempre, sin excepción, influyen en cualquier decisión que tomamos. Ya sea para dar un: Sí quiero tras una propuesta de matrimonio, o comprar un coche. Es igual. Nuestro cerebro siempre tiene en cuenta experiencias previas.

Y, como en otras ocasiones, cuando uso la palabra "experiencia" no me estoy refiriendo solo al conocimiento racional sobre algo. También a lo que sentimos cuando vivimos esa experiencia. Por eso si una vez, de pequeño, intentó morderte un perro, ahora no te gustan los perros. A ese animal has asociado una sensación, una vivencia, negativa.

Las personas no nos comportamos de modo diferente cuando compramos y cuando hacemos cualquier otra cosa. Nuestro cerebro funciona exactamente igual. Eso significa, que si asociamos a una marca una vivencia negativa, eso va a influir en nuestra decisión de compra en un futuro.

Como siempre, el conocimiento es poder. O sea, que sin conocer qué sensaciones asocia nuestro cliente a lo que vendemos, no podremos darle motivos para que nos compre. Al menos, no los motivos que este necesita.

Nuestro cerebro es caprichoso y, muchas veces, asociamos esas malas sensaciones a productos parecidos. ¿Nunca dijiste eso de que: "Esto me recuerda a..."? Por eso, es esencial conocer a tu cliente y qué conocimiento y qué experiencias asocia a tu producto.

Solo hay una manera de conocer esto y es preguntando. Claro, que ningún cliente te va a responder directamente. Ahí está tu habilidad para hacer las preguntas correctas que te permitan obtener esa información. Saber por qué tu cliente no te compra, pese a que le has dado todos los argumentos habidos y por haber. Es que no está buscando argumentos, es que no es racional lo que le impide comprarte. Es lo que siente lo que hace que no compre. Y nuestra cultura, nuestro entorno, nos ha enseñado a hablar mucho sobre lo que sabemos y poco, muy poco, sobre lo que sentimos.

Por eso, vender no consiste simplemente en echarse a la calle a ofrecer productos. Por eso, entre otras cosas, hay vendedores que venden mucho, mientras que otros, en el mismo mercado y con el mismo producto, no venden nada.

Vender es mucho más que ofrecer productos. Si no has vendido nunca, tendrás que aprender a obtener esa información que necesitas. Nadie nace sabiendo, del mismo modo que nadie es un gran vendedor por casualidad.

¿Seguimos hablando en Twitter? @joseruizpardo

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