miércoles, 23 de julio de 2014

Neuromarketing en el cine

Era cuestión de tiempo. Ya se hacían pruebas con neuromarketing para testar los trailers de las películas. De ahí a probar con la película entera, solo hay un paso, que ya se ha dado. Demasiado pronto para comentar resultados, pues en nuestro país ha comenzado algún estudio, pero no ha terminado aún, pero es un avance importante. Avance en el que España se sitúa a la cabeza de la industria cinematográfica.

Una vez terminado el rodaje, el director monta las secuencias definitivas. Descartando, en ese proceso, algunas. Muchos de esos descartes van luego al contenido extra de los DVD. ¿Cómo se hacía hasta ahora ese descarte? El director, con su experiencia, decidía qué incluir y qué no. Los aficionados al cine, saben bien que muchos descartes son tan buenos o mejores que las secuencias que han formado parte de la película final.

El neuromarketing aplicado a la industria del cine, proporciona al director una herramienta nueva. De sobra es conocido ese principio de cuantos más datos tengamos sobre la mesa, menos probabilidad de equivocarse en la decisión. El neuromarketing nació para eso, para aportar datos objetivos en decisiones que siembre habían sido subjetivas.

Se trata del mismo trabajo que se usa para testar spots publicitarios. En ellos, normalmente se trabaja con EEG o bien NIRS, ambas comentadas en posts anteriores y que se usan para medir "actividad cerebral". Y se complementan con medición de la actividad electrodermal, que ya sabemos está relacionada con la sudoración. También con medición del ritmo cardiaco, eye-tracking, incluso electromiografía en el rostro. Esta última son unos electrodos colocados en la cara del espectador, que registra la actividad eléctrica de los músculos faciales y registran su activación, combinado mediante un software con todas las herramientas anteriores. Al incomodar esto al espectador, muchos prescinden de esta última.

Estas herramientas pueden registrar sus lecturas de forma individual, aunque también, el software que las combina, puede registrar a la vez información de hasta 128 dispositivos, distinguiendo en qué individuos están conectados. O sea, podemos llenar una sala de cine con espectadores "conectados", pasar la película y, más tarde, sacar conclusiones de las mediciones.

Ya se habían hecho pruebas en nuestro país en series de televisión, ahora en películas. De este modo, tecnología y neurociencia se ponen al servicio de la industria cinematográfica para ayudar en la decisión de los directores al montar la película final. Una mala película, seguirá siendo una mala película por mucho que se usen estas técnicas. Lo mismo ocurrirá con una gran película. Esto no sustituye el arte de directores y guionistas, solo les ayuda.

Según el objetivo del director, puede cambiar la prueba para estudiar la película completa, un fragmento, incluso diferentes sonidos aplicados a la misma secuencia. Una aplicación del neuromarketing poco conocida, pero no por ello menos efectiva.

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miércoles, 9 de julio de 2014

Neuromarketing en ciudades

En este blog he hablado sobre neuromarketing aplicado al mundo de la publicidad, al turismo y a los diferentes elementos que conforman la experiencia corporativa. También he comentado acerca del neuromarketing aplicado al sector turístico. Pues bien, hoy hablaré de todos ellos juntos. Sí, sí juntos.

Igual que una empresa necesita que sus clientes conozcan lo que hace, una ciudad necesita darse a conocer como producto. Mucho más cuando el sector turístico es uno de los que está tirando (y muy fuerte) de la economía española.

Si pensamos en una ciudad como en un producto, esta necesita desde imagen corporativa, hasta vídeos promocionales y spots publicitarios, pasando por webs y cualquier medio que la acerque a sus clientes potenciales. Ya hemos visto cómo ayudan los estudios de neuromarketing a cada uno de esos aspectos. Tan solo que ahora estarían referidos a una ciudad en lugar de a una empresa.

Claro, que para comentar esto que he dicho hasta el momento no haría falta dedicarle un nuevo post. Es hacer lo mismo que hasta ahora, pero referido a una ciudad. Entonces ¿qué puede haber de nuevo en la aplicación de todo esto a las ciudades?

Se trata de una aplicación pionera en el que se usa neuromarketing para construir una experiencia corporativa y aplicarla a una ciudad. Del mismo modo en que la aplicamos a una empresa, ahora podemos empezar a aplicarla a calles (comerciales o no).

Toda la ciudad girando en torno a una serie de valores que se comunican a través de los cinco sentidos. Y neuromarketing ayudando a hacer más eficiente la búsqueda de cada uno de los elementos que la integran.

Se habla mucho de smartcities, de consumo eficiente, de energía, pero poco se ha hablado (hasta ahora, claro) de marketing de ciudades aprovechando la infraestructura smartcities. Y el neuromarketing aquí tiene muchísimo que aportar, igual que en el mundo de la empresa.

Una utopía que dirían algunos, puesto que para eso habría que hacer menos política y más marketing. Puede que sí. Pero aunque parezca sorprendente, ya hay políticos que están empezando a ver que la potencia de las smartcities no está en el ahorro energético y la participación ciudadana. Eso son "efectos colaterales". Lo verdaderamente potente son ciudades capaces de cambiar de forma automática e "inteligente" su iluminación, sonorización, aromatización e incluso el tráfico de sus calles en función de las emociones que quieren despertar en sus visitantes.  

¿Te imaginas la infraestructura de todo un barrio actuando en función de las emociones que desean despertar en un grupo de cruceristas que acaba de desembarcar? ¿O toda una estación de ferrocarril detectando lo que expresan sus recién llegados pasajeros y actuando para dejar una huella en ellos? ¿Parece ciencia ficción? El futuro está más cerca de lo que parece.

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