Si lo pensamos fríamente resulta hasta un poco absurdo. Cuando compramos lotería, en realidad, estamos dando dinero por un trozo de papel con unos números que, casi con toda seguridad, no saldrán premiados.
No es la primera vez que digo en este blog que cuando compramos no lo hacemos pensando fría, objetiva y racionalmente en lo que adquirimos y este es uno de los mejores ejemplos. Si fuese así, nadie compraría ni un solo décimo. Sin embargo, en España se vende muchísima. Y en estos tiempos complicados, en lugar de venderse menos, se vende más.
Cuando compramos un décimo, no estamos comprando un trozo de papel con números, sino la ilusión de que nuestra situación económica cambie para bien de la noche a la mañana, sin esfuerzo. A nuestro cerebro le encanta conseguir cosas con el mínimo esfuerzo posible. La lotería no se vende ni con promociones, ni con ofertas. Solo hace falta recordar lo bien que se siente un millonario de un día para otro para que queramos ser igual que él.
Por eso las campañas de Loterías y Apuestas del Estado, de la ONCE y ahora las casas de apuestas que acaban de desembarcar en nuestro país, nos recuerdan lo feliz que nos sentimos al ser premiados o tratan de asociar su juego a la ilusión y la felicidad.
La mayoría de los españoles asociamos la palabra lotería o con un décimo o con la navidad, por el famoso sorteo en esas fechas. Esto es así en nosotros, en nuestros padres y en nuestros abuelos. Aunque probablemente no sea así en nuestros hijos.
Las nuevas tecnologías han llegado también al mundo de los sorteos. Hoy no se juega solo con décimos y cupones, sino que también se hace con loterías online, incluso con décimos impresos a través de un terminal electrónico, que imprime el boleto en papel térmico.
Recientemente se ha hecho un estudio de neuromarketing para que trata de averiguar si para el jugador existe diferencia entre estas papeletas modernas y las tradicionales, estudiando cómo impactan unos y otros en diferentes perfiles de clientes, mejor dicho, de jugadores.
Probablemente dentro de unos años, cuando nuestros hijos sean los que compren lotería, no haya diferencia entre un tipo y otro de décimo. Ellos, que habrán conocido su existencia desde que tienen uso de razón. Seguramente le den el mismo valor a ambos. Es más, posiblemente si desaparecen lo que hoy conocemos como los décimos de lotería de siempre, no pase absolutamente nada.
Sin embargo, a día de hoy, para los que hemos convivido con los décimos de siempre en papel existe diferencia entre los dos formatos. Hasta tal punto que los boletos impresos en papel normal o térmico no tienen el mismo impacto en nosotros, por tanto, no le otorgamos el mismo valor que a los de siempre. Es como si considerásemos que ese ticket que ha impreso una máquina es menos lotería que un décimo de toda la vida.
Lo que nos viene a recordad eso que ya hemos dicho muchas veces, que lo que vendemos tiene mucho más valor por lo que significa y hace sentir, que por lo que realmente es.
¿Seguimos hablando en twitter? @joseruizpardo
No hay comentarios:
Publicar un comentario