Si hay un sector preocupado por el futuro, esa es la
banca. Y no es porque, económicamente hablando, su situación sea ni mucho menos
crítica. Sino porque como buenos conocedores del mercado, saben que el futuro
va a ser muy diferente al presente y no saben bien por dónde van a ir los
tiros.
El sector bancario tiene dos amenazas importantes. Por un
lado, están las empresas tecnológicas, que dominan sin lugar a dudas el medio
digital, el que, presumiblemente, será el del futuro. Por otro, están las
conclusiones del estudio que traigo esta quincena.
Pensando en la posición en la que están y sobre todo en
cómo le ve el cliente futuro, el de los jóvenes, un importante banco alemán ha
encargado recientemente un trabajo a una consultora de análisis de mercado que
ha incluido en una de sus partes un trabajo de neuromarketing.
En este caso se trata de un trabajo de asociación en el
que se usaron cascos NIRS, eye-tracking, pulsómetros y galvanómetros, con idea
de profundizar en los insights con los que los diferentes segmentos de clientes
asocian a este banco.
Desde los treinta años en adelante, por lo general, tanto
los clientes reales como los potenciales asocian la marca del banco con
seguridad, estabilidad y saber hacer. Sin embargo, los menores de treinta la
asocian especialmente con un valor que para el banco es preocupante. Pese a la
inversión en los últimos años en Fintech y en mejorar todas las herramientas
tecnológicas, este segmento, que representa el futuro del banco, asocian la
marca con querer ser tecnológico pero no saber hacerlo.
Las inversiones en tecnología han servido para dar
herramientas a los demás segmentos, pero les está alejando aún más de los más
jóvenes, lo cual les plantea un problema importante a medio y largo plazo. Y es
que, no siempre invertir en tendencias en suficiente, a veces lo que hace falta
es reinventarse en la tendencia.