En este blog he hablado sobre neuromarketing aplicado al mundo de la publicidad, al turismo y a los diferentes elementos que conforman la experiencia corporativa. También he comentado acerca del neuromarketing aplicado al sector turístico. Pues bien, hoy hablaré de todos ellos juntos. Sí, sí juntos.
Igual que una empresa necesita que sus clientes conozcan lo que hace, una ciudad necesita darse a conocer como producto. Mucho más cuando el sector turístico es uno de los que está tirando (y muy fuerte) de la economía española.
Si pensamos en una ciudad como en un producto, esta necesita desde imagen corporativa, hasta vídeos promocionales y spots publicitarios, pasando por webs y cualquier medio que la acerque a sus clientes potenciales. Ya hemos visto cómo ayudan los estudios de neuromarketing a cada uno de esos aspectos. Tan solo que ahora estarían referidos a una ciudad en lugar de a una empresa.
Claro, que para comentar esto que he dicho hasta el momento no haría falta dedicarle un nuevo post. Es hacer lo mismo que hasta ahora, pero referido a una ciudad. Entonces ¿qué puede haber de nuevo en la aplicación de todo esto a las ciudades?
Se trata de una aplicación pionera en el que se usa neuromarketing para construir una experiencia corporativa y aplicarla a una ciudad. Del mismo modo en que la aplicamos a una empresa, ahora podemos empezar a aplicarla a calles (comerciales o no).
Toda la ciudad girando en torno a una serie de valores que se comunican a través de los cinco sentidos. Y neuromarketing ayudando a hacer más eficiente la búsqueda de cada uno de los elementos que la integran.
Se habla mucho de smartcities, de consumo eficiente, de energía, pero poco se ha hablado (hasta ahora, claro) de marketing de ciudades aprovechando la infraestructura smartcities. Y el neuromarketing aquí tiene muchísimo que aportar, igual que en el mundo de la empresa.
Una utopía que dirían algunos, puesto que para eso habría que hacer menos política y más marketing. Puede que sí. Pero aunque parezca sorprendente, ya hay políticos que están empezando a ver que la potencia de las smartcities no está en el ahorro energético y la participación ciudadana. Eso son "efectos colaterales". Lo verdaderamente potente son ciudades capaces de cambiar de forma automática e "inteligente" su iluminación, sonorización, aromatización e incluso el tráfico de sus calles en función de las emociones que quieren despertar en sus visitantes.
¿Te imaginas la infraestructura de todo un barrio actuando en función de las emociones que desean despertar en un grupo de cruceristas que acaba de desembarcar? ¿O toda una estación de ferrocarril detectando lo que expresan sus recién llegados pasajeros y actuando para dejar una huella en ellos? ¿Parece ciencia ficción? El futuro está más cerca de lo que parece.
¿Seguimos hablando en twitter? @joseruizpardo
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