Desde hace tiempo se usan "gafas" que miden el movimiento y trayectoria de la mirada de los potenciales consumidores. En primer lugar, habría que aclarar que un trabajo en el que solo se use este tipo de tecnología (eye-tracking) no es estrictamente un trabajo de neuromarketing. Sí que lo es cuando las lecturas de esos sistemas se sincronizan mediante el software adecuado (cosa nada fácil, por cierto) con otros que miden actividad cerebral y otros sistemas que miden el ritmo cardiaco o la actividad electrodermal.
Si solo se usan eye-trackers, podemos saber dónde mira el cliente. Lo que no podemos saber qué reacción provoca esa visualización en él. Podemos encontrarnos con que, por ejemplo, una parte de una web se mira mucho, pero que sea porque causa rechazo. Si no tenemos otras herramientas que nos puedan permitir deducirlo, podemos hacer hincapié en algo que nunca generará conversiones. O sea, que nunca venderá, que al final es lo que le interesa al que encarga el estudio.
Sin embargo si el seguimiento de la mirada se hace sincronizado con otras herramientas, como decía, podemos medir cómo reaccionan los participantes en el estudio y así tener datos que permitan no cometer el error que comentaba en el párrafo anterior.
Siempre que se pueda, para medir el seguimiento de la mirada es mucho mejor emplear un software que a través de una imagen de la cara de los participantes, sea capaz a través de inteligencia artificial, saber dónde está mirando. De ese modo, tenemos la misma medición que con las famosas gafas, pero sin ellas. Con lo que evitamos que el participante lleve algo más "puesto" y también abaratamos enormemente el estudio (no hace falta unas "gafas" por participante si el trabajo se hace con varios a la vez). Estas aplicaciones pueden medir la mirada de varios participantes a la vez y sincronizan perfectamente con EEG, medidores de actividad electrodermal o del ritmo cardíaco.
Pero no siempre es posible, hay ocasiones (aunque cada vez menos gracias al avance de estos softwares) en las que no hay más remedio que usar las famosas gafas. Y aquí es donde emerge como alternativa las Google Glass.
Son una buena alternativa, en primer lugar, porque son más baratas que las gafas de eye-tracking llamemos convencionales. Aunque también es cierto que tienen menos resolución, aunque eso sí, son mucho más "llevables". Recordemos que las Google Glass no son realmente unas gafas, sino un sensor y un pulsador que se pueden acoplar incluso a gafas graduadas.
La naturaleza de las propias Google Glass, como casi toda la tecnología que viene del gigante de Internet, permite desarrollar todo tipo de aplicaciones para ellas. Incluso permite (y en esa línea se está trabajando actualmente) desarrollar aplicaciones que cualquier usuario de Google Glass pueda descargarse, instalarla y enviar datos a la aplicación. Estaríamos hablando de trabajar en Big Data, con las Google Glass. Información que proporcionará claves interesantísimas que seguro evitan tener que desarrollar otro tipo de estudios mucho más caros y con muchas menos posibilidades de ser extrapolados (inferenciados siendo más estrictos) al resto de la población.
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