miércoles, 12 de septiembre de 2018

Neuromarketing, banca y TICs


El mundo es cada vez más pequeño. Hoy es mucho más rápido y barato ir de un punto a otro del planeta y podemos tener una comunicación constante y fluida, incluso viéndonos las caras, con clientes que pueden estar en otro punto del planeta y además haciéndolo con una tarifa plana mensual, la que pagamos a nuestra operadora de telefonía, que incluye muchísimos más servicios, con lo que esos cuarenta euros al mes son tremendamente fáciles de amortizar.

Una consecuencia lógica de la globalización es que empresas que nacen en un país, puedan dar el paso a comercializar sus productos al resto del mundo mucho más rápido que hace años, pero sobre todo más barato. Comparemos el precio de una llamada telefónica Internacional de hace veinte años, con el de cualquier tarifa mensual de Internet de hoy y sin tener limitación de tiempo gracias a cualquiera de las aplicaciones, que además son muchas, que nos permiten comunicarnos entre nosotros.

Y ya no solo es que una empresa pueda saltar de un país al resto con relativa facilidad, es que también saltan de un sector a otro también con mucha facilidad y una buena prueba lo tenemos con lo que empezamos a vivir y que veremos desarrollarse plenamente en unos años. La incursión de las grandes tecnológicas en la banca y de la banca en la tecnología.

El Smartphone es ya casi una extensión de nuestras extremidades y prácticamente todo lo hacemos desde ahí. Hoy puedes incluso decirle a la lavadora desde el móvil que empiece a hacer la colada calculando la hora a la que llegamos a casa según nuestra agenda, para que así solo tengamos que tenderla cuando lleguemos. Cierto es que no es una práctica extendida, pero ya se puede hacer y conforme vaya pasando el tiempo, como en otras cosas, dejará de ser algo adicional que traen algunos modelos para convertirse en algo que lo traen todos, con lo que, conforme las vayamos renovando, iremos teniendo esa función disponible si lo deseamos.

Y si se puede hacer a través del teléfono algo como la colada, no digamos cualquier operación bancaria. No hace tanto que para hacer una transferencia tenías que desplazarte, obligatoriamente, a una sucursal y hoy puedes hacerle un micropago a un amigo con una aplicación que ni siquiera pertenece a ninguna entidad bancaria y encima la oferta es variada.

La tecnología es la vía con la que nos relacionamos con el resto de personas y de objetos y, por tanto, el canal natural con el que nos queremos relacionar en todo lo que se refiere a operaciones financieras. Con lo que el círculo se estrecha, y ahora qué son ¿las tecnológicas las que van a entrar en el negocio bancario o los bancos los que entrarán en el digital?

Pues de momento, las TIC ya están haciendo sus pinitos y sus pequeñas pruebas como bancos, mientras que los bancos, que le ven las orejas al lobo, tratan de ponerse las pilas en una carrera que, a día de hoy, van en clara desventaja, pues Google, por poner un ejemplo, conoce mucha más información de los clientes de cualquier banco, que el propio banco.

Pero ¿y desde el punto de vista de los clientes? ¿Quieren que Google o Facebook sea también su banco? ¿O prefieren seguir confiando su dinero a los bancos y dejar las tecnológicas para otros usos? Acaba de hacerse un estudio en USA que se está replicando en Europa, en el que con cascos NIRS, eye-tracking, galvanometría y software de reconocimiento facial de emociones, se está estudiando la percepción de marca de las empresas tecnológicas cuando se hacen transacciones financieras. De ese modo, los experimentadores están simulando un Google Bank o un Facebook Bank, en el que sus clientes están abriendo cuentas reales a modo de prueba durante un tiempo y no solo en las pruebas del estudio. De este modo, se consigue que la prueba no quede condicionada al uso de una plataforma nueva, sino que el cliente al menos ya sabe usarla cuando llega a participar en el test. De momento, en USA, los más jóvenes muestran mucha más afinidad hacia las tecnológicas a la hora de operar con ellas como bancos y confiarles sus ahorros, teniendo incluso una percepción negativa sobre las marcas de los bancos, que no tienen sobre los gigantes tecnológicos. Muy probablemente la crisis financiera de hace unos años no ayudó en absoluto a la percepción de las marcas de las entidades bancarias. Con lo que o se ponen las pilas, o a largo plazo los bancos van a tener no solo un problema en cuanto a su operatividad y servicios, sino también sobre la percepción de sus respectivas marcas. Ni siquiera un sector de tan larga tradición y consolidado como el bancario está libre de tener que transformarse o morir.

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