miércoles, 10 de octubre de 2018

Neuromarketing y optimismo ilusorio en Facebook


Podríamos definir el optimismo ilusorio como la percepción que tenemos la mayoría de las personas de tener más probabilidad de que nos ocurran acontecimientos positivos (o de que ocurrran menos negativos) que a la media. Algo que se podría resumir muy bien con la famosa frase de nunca crees que te va a pasar a ti, hasta que te pasa.

Se trata de un sesgo cognitivo, es decir, una “desviación” del procesamiento muy habitual en los seres humanos. El optimismo ilusorio no es ni mucho menos el único sesgo cognitivo, pero sí que es uno muy estudiado. En la terapia de adicciones es muy importante para el terapeuta tenerlo en cuenta, un adicto a una sustancia, por ejemplo, suele sobre-estimar su capacidad para resistir determinadas enfermedades provocadas por su adicción basándose en que a otros le ha pasado mucho antes pero él no ha tenido síntomas hasta el momento. También es muy importante su control en la terapia de tratamiento del juego patológico. Y no es que forme parte de las adicciones, forma parte de nuestra vida, en las adicciones el optimismo ilusorio se tiene especialmente en cuenta porque es un factor que ayuda al mantenimiento de la adicción, pero en realidad es un sesgo presente en nuestra vida diaria.

Todos sabemos que las redes sociales en general y particularmente Facebook, no muestran exactamente todas las publicaciones de las personas y páginas que seguimos. Sino que su algoritmo estima qué contenido puede ser más relevante para nosotros en función de una serie de factores guardados casi con tanto cuidado como el secreto de la Coca-Cola y sobre el que solo revelan algunos de los factores. Si las redes sociales, particularmente Facebook, muestran la información que cree que nos interesa, ¿Contribuirá esto de algún modo a mantener o acrecentar la famosa ilusión de invulnerabilidad? Parece lógico que si la red social nos muestra aquello que es acorde a nuestros gustos y creencias, debería contribuir a este sesgo.

Ese es el punto de partida que movió a un grupo de neurocientíficos norteamericanos. Como puede suponer el lector, estudiar este efecto no es nada sencillo, pero este grupo ha hecho con este trabajo una primera aproximación interesante y sobre todo que para nosotros, en el mundo del marketing, tiene una conclusión muy directa.

Para hacer el trabajo lo que hicieron fue medir usando cascos NIRS y eye tracking el grado de afinidad entre las publicaciones del timeline y el usuario, comparándolas con otras introducidas “artificialmente” en sus muros, pero que contrastaban con su “ilusión de invulnerabilidad”. Como se puede imaginar, el resultado fue que el grado de afinidad era mayor con las publicaciones que la red introducía de modo natural con su algoritmo, con lo que se da uno de los factores necesarios para mantener la ilusión de invulnerabilidad que es el prestar más atención y sentirse más identificicado con aquello acorde a sus pensamientos y creencias.

Pero cuál es la conclusión dentro del mundo el marketing de trabajos como este. Pues que los anuncios en redes sociales como Facebook no solo son necesario, como sugieren las propias compañías, para aumentar el alcance de nuestras publicaciones. También se hacen imprescindibles a la hora de llegar a perfiles de cliente que son nuestro target que pero que no son tan afines con aquellos que nos siguen. Es decir, si las cosas siguen así, cada vez tiene menos sentido estar (profesionalmente hablando) en redes sociales, pero no usar los Ads, puesto que limitamos los perfiles a los más afines a los que ya nos siguen.

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