Hace tiempo que no escribo ninguna entrada sobre herramientas o técnicas que se usan en estudios de neuromarketing. Más que nada porque directa o indirectamente ya he hablado de todas. Sin embargo, me ha parecido interesante dedicar el post de esta quincena a comentar una a la que no le he dedicado ninguna línea y parece que cada vez es más frecuente su uso en determinados estudios. Me estoy refiriendo a la electrogastrografía.
Si la electrocardiografía (de la que sí hemos hablado) registra la actividad eléctrica del músculo cardíaco desde uno o varios sensores colocados en el pecho del sujeto, la electrogastrografía hace lo propio con el sistema gastrointestinal.
Se trata de uno o varios sensores colocados en el bajo vientre, muchas veces incluso se usa un sensor en forma de espiral elástico que va cerrado en la espalda, con lo que ni siquiera lleva ningún tipo de adhesivo. Dicho sensor lo que hace es registrar la motilidad gástrica, en realidad la "actividad eléctrica que produce dicho movimiento". ¿Y para qué necesitamos saber esto?
Normalmente esta técnica se ha usado como índice emocional, sobre todo para estudiar problemas psicosomáticos como puede ser el colon irritable o incluso las úlceras duodenales. Patologías, ambas, muy relacionadas con la somatización de las emociones del paciente. Sin embargo, en neuromarketing se está empezando a usar para estudios en el sector gastronómico.
La utilidad de esta herramienta viene en el registro de la actividad gastrointestinal antes de que el producto a estudiar sea ingerido. Aquello que decimos "se me hace la boca agua" y que no es más que una respuesta no consciente de nuestro cuerpo ante un estímulo, en este caso un producto alimenticio que estamos estudiando. En este caso no sería una respuesta a nivel boca, sino gástrico.
Como le ocurre a la gran mayoría de herramientas que se usan en neuromarketing, su potencia radica en el uso combinado y sincronizado de todas ellas y no de una sola. O sea, que tendría poco sentido estudiar lo que "provoca" un producto gastronómico a un potencial consumidor usando solo electrogastrografía. La medida de esta herramienta se incorpora a la de las demás, debidamente sincronizada vía software. Cosa, por otra parte, como ya he comentado en más de una ocasión, que no es nada fácil. Puesto que cada una tiene por su propia naturaleza un retardo diferente, unido al del propio sistema informático. Por tanto, lo que una herramienta ha registrado en un instante concreto, no se corresponde exactamente con lo que otra muestra en el mismo tiempo. Se necesita aplicar los retardos y esto debe hacerse de forma automática mediante una aplicación para ser precisos y poder evaluar todas las medidas correctamente en su conjunto.
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