Como bien sabe el seguidor de este
blog, el neuromarketing es una disciplina que toma técnicas y herramientas de
las neurociencias para poner la medición de una serie de variables al servicio
del marketing. Sin estas herramientas no se podrían tener en cuenta parámetros
que, hoy día, en el estudio del comportamiento del consumidor resultan casi
imprescindibles.
Aunque ambas disciplinas avanzan y se
complementan, lo normal es que el conocimiento vaya desde las neurociencias al
marketing. El mundo de la empresa abre un campo de aplicaciones (otro más) al
de las neurociencias. Aunque esto es lo normal, no siempre es así y en el post
de esta quincena tenemos un buen ejemplo de ello.
Al principio, el neuromarketing tomaba
las herramientas tal cual proceden de las neurociencias. Más tarde, cuando esta
apasionante disciplina comenzó a crecer y sobre todo a madurar, necesitó que
esas herramientas que habían nacido dentro de un mundo más académico e
investigador se adaptasen a sus necesidades. De forma que comenzaron a aparecer
cascos EEG o NIRS portables e inalámbricos, o pulsómetros o galvanómetros
disimulados en relojes, pulseras y objetos similares con idea de que, además de
medir tal y como lo hacían en el entorno puramente neurocientífico, tuviesen la
portabilidad y fuesen tan cómodos de usar como el neuromarketing necesitaba.
Era solo cuestión de tiempo que
herramientas ya nacidas para el neuromarketing tuviesen aplicaciones en el
mundo de las neurociencias. Dentro del neuromarketing han aparecido las
herramientas a las que hacía referencia en el párrafo anterior además de dos
viejos conocidos como son los eye-trackers y el software de reconocimiento
facial de emociones. ¿Pueden estas herramientas ayudar en algo especialmente en
el ámbito sanitario?
Sin entrar en demasiados detalles, el
Trastorno de Espectro Autista es una patología, a día de hoy, sin cura y
quienes la padecen suelen tener, entre otras dificultades, problemas para
expresar e identificar emociones. Aquí es donde el software de reconocimiento
facial de emociones puede ayudar, identificando lo expresado por la otra
persona y ayudando a psicólogo y paciente en las terapias.
El jugador patológico se enfrenta a
numerosos estímulos que le incitan a jugar y, precisamente, el neuromarketing
ha desarrollado muchas herramientas para analizar estímulos similares, pero en
entornos de compra.
Son dos ejemplos que tengo la suerte
de conocer de cerca, en los que son otras ramas próximas al neuromarketing las
que importan sus herramientas y técnicas. Signo, también, de la evolución y
maduración de esta apasionante disciplina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario