Sin lugar a dudas, uno de los dispositivos tecnológicos
que ha revolucionado el mundo tal y como lo entendemos hoy en día son las
pantallas táctiles. Y no solo porque los teléfonos dejaran de ser como eran a
raíz de su democratización, que también, sino porque han permitido simplificar
muchos de los dispositivos existentes.
Un simple punto de información turística necesitaba de un
teclado y un ratón, como tenía que estar a la intemperie, éstos necesitaban ser
resistentes a las condiciones climatológicas y a las duras condiciones a las
que le sometía el ser humano, algo que la industria denominó antivandalismo.
Así, era normal ver teclados de acero y trackballs del mismo material, que
además a veces complicaban su uso.
Una vez que las pantallas táctiles hicieron su aparición,
todo comenzó a ser más sencillo. Ya no había que mover una bola que a su vez
movía un puntero de ratón. Con solo tocar en pantalla la opción era suficiente,
lo que hizo que hizo que las aplicaciones fuesen, además, mucho más intuitivas.
Pero… qué hay de los teclados. ¿Han supuesto las pantallas táctiles una
revolución también en lo que a estos dispositivos se refiere?
Eso era justamente lo que quería averiguar un fabricante
de dispositivos de atención e información con pantallas táctiles. Pensaron que
si podían suprimir los teclados y sustituirlos por uno virtual en pantalla,
podrían ahorrar no solo en costes de fabricación, sino de mantenimiento porque,
al menos sobre el papel, estos se deberían averiar menos.
Encargaron un trabajo donde una muestra de casi cien
personas con cascos NIRS, eye-trackers y software de reconocimiento facial de
emociones, pasaron por diferentes diseños de puntos de atención e información
con varios modelos de teclado físico y virtuales en pantallas táctiles. Todos
veían lo mismo en pantalla y todos los totems eran iguales, la diferencia
estaba en que unos tenían teclados físicos y otros no.
Cuando los participantes se encontraban con un teclado
virtual, la mayoría miraban el tótem buscando un teclado físico alternativo.
Todos se mostraban incómodos queriendo ocultar qué teclas pulsaban cuando
tenían que introducir su correo electrónico y más de un cuarenta por ciento de
la muestra abandonaba el proceso de registro tras buscar alternativas al
teclado virtual en pantalla.
Aquellos que tenían un teclado convencional no mostraron
ningún tipo de rechazo y todos completaron el registro. Aquellos que se
enfrentaban al teclado antivandálico mostraron signos de rechazo al comprobar
que las teclas son mucho más duras, pero solo el cinco por ciento abandonó el
proceso.
Las pantallas táctiles han supuesto un antes y un después
en nuestras vidas, pero parece ser que nada tienen que hacer contra el
dispositivo electrónico más antiguo de los que usamos a diario: el teclado de
toda la vida.
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