Esta quincena no voy a dedicar el post a un estudio de
neuromarketing o a nada relacionado directamente con alguno, sino a un tema
que, aunque más transversal, también es fundamental en esta apasionante
disciplina.
Hace unas semanas tenía lugar, como cada año, un
encuentro de empresas consultoras e institutos de investigación de mercado. Un
foro donde hay empresas de neuromarketing, pero también consultoras de las
diversas facetas que afectan a una empresa o empresas que hacen estudios de
mercado con técnicas tradicionales, además de empresas de neuromarketing que,
entre otras, también prestamos servicios a estos Institutos de investigación de
forma que estas empresas ven ampliada su cartera de técnicas de investigación
con todas las que aporta el neuromarketing.
Este encuentro pretende ser un foro donde establecer
sinergias, pero también con el que poder analizar el futuro de la consultoría y
la investigación de mercados, para así poder colaborar entre todos en poder
anticiparnos al mismo.
Para poder hablar del futuro, es importante tener claro cuáles son las
dificultades del presente, solo así se puede construir algo mejor que lo que
tenemos. Por eso esta jornada suele tener alguna mesa de reflexión en torno a las dificultades que solemos tener con nuestros clientes.
Vengo acudiendo a estas jornadas cada año desde hace
cinco, esta ha sido mi sexta participación. Y me llama la atención cómo siempre,
sobre esta mesa, está el mismo tema: la resistencia al cambio.
Ya sea a una consultora, a una empresa de estudios de
mercado tradicional o a una de las que nos dedicamos a hacerlo con
neuromarketing, nos quejamos siempre de lo mismo. Entregamos estudios
rigurosos, tanto en su metodología como en su análisis, ofrecemos una imagen
real de lo que el consumidor quiere, pero en la inmensa mayoría de los casos
dichas conclusiones son ignoradas y todo sigue siendo igual que antes.
Como ya apunté en el encuentro, si después de seis años
seguimos teniendo la misma dificultad, obviamente, algo hay por parte nuestra
que no hacemos bien. Cuando una empresa invierte una cantidad x en obtener un
conocimiento, no es lógico que dicho conocimiento se arroje a la basura. Si
bien es cierto que muchas empresas usan estos trabajos para que un departamento
le argumente a otro por qué lleva razón en su planteamiento, sobre todo en las
grandes, aunque el departamento que encarga el trabajo no es el que tiene que
implementar los cambios, no toda la responsabilidad debe descansar sobre el
cliente, del mismo modo que en una relación del tipo que sea todos los problemas
no pueden estar únicamente en uno de sus miembros.
Al margen de la autocrítica, que es más que necesaria, sí
que es cierto que muchas veces tenemos delante datos que nos indican que
debemos afrontar cambios, pero esperamos a hacerlos hasta que ya no queda más
remedio, bien porque la vorágine del día a día nos consume, o bien porque
directamente confiamos en que esos cambios nos van a afectar menos de lo que
luego nos afecta. En resumen, unos porque pensamos que con dar la información
es suficiente y otros porque creen
que no será para tanto, al final,
nos sigue pasando lo de siempre, es el
cambio el que nos sobreviene y no
nosotros los que lo gestionamos.
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