Como bien
sabéis los que habitualmente seguís ese blog, me gusta dedicar posts a temas
que me proponéis vía email o a responder preguntas que me hacéis usando ese
mismo canal. En esta ocasión haré lo segundo dando respuesta a una pregunta que
varios de vosotros habéis formulado últimamente: ¿Se puede hacer un test de
sabor con neuromarketing?
La
respuesta es sí, recordemos el famoso caso de Coca-Cola vs Pepsi que da inicio
a Neuropymes, en el que cuando se hacía un test ciego (sin mostrar marca) era
Pepsi la que activaba los centros de placer, sin embargo al hacerlo mostrando
la marca era Coca-Cola quien lo hacía. O aquel famoso estudio de Passman en el
que se daban a probar dos copas del mismo vino a los participantes, solo que
una se vertía desde una botella de una bodega de prestigio, mostrando en el
segundo caso una mayor activación emocional que en el primero, tratándose del
mismo producto.
Mucho ha
llovido desde entonces y hoy se hacen incluso test de producto en restaurantes
pero en entorno real, con el salón lleno y usando además de cascos NIRS,
eye-tracking y pulsómetros y galvanómetros. Como ya comenté en su momento, a
estas herramientas se le suma la electrogastrografía, herramienta consistente en un
sensor que se coloca en el vientre y que mide el movimiento del estómago, herramienta
que da información sobre el movimiento del estómago especialmente valiosa
cuando “comemos por los ojos”, o sea, cuando el estómago comienza a secretar
jugos gástricos al ver el alimento en cuestión.
Test de
sabor de cualquier producto, ya sea líquido o sólido, son habituales hoy día.
Cierto es que el diseño de la prueba se complica un poco, puesto que para poder
afirmar que la reacción que medimos se debe al sabor y no a otros estímulos, la
prueba debe haber sido diseñada de forma que se puedan descartar otros
factores. La complica un poco, pero tampoco en exceso.
Todas las
herramientas anteriores se sincronizan a través de una plataforma de forma
automática, de forma que ésta calcula los retardos de cada herramienta. De este
modo se puede analizar, además del packaging del producto (o su presentación en
caso de platos en restaurantes) el sabor de los mismos, de forma que sirva al
fabricante (o productor) para decantarse por una u otra receta, aunque como
hemos visto al principio la percepción del sabor puede verse alterada por la
propia marca.
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