Hace unas semanas dedicaba nuestro post quincenal a
hablar de la sección de productos bio del supermercado. Hoy traigo otra parte
del mismo trabajo, pero en lugar de estar referido a una sección en las
tiendas, está centrado en el propio etiquetado del producto.
Lo hemos comentado en muchas ocasiones, el interés por
comer mejor y lo saludable es creciente. Esto, en la mayoría de los casos, no
se traduce aún en que este tipo de comida sea un porcentaje significativo del
mercado, pero sin lugar a dudas se trata de una tendencia interesante. Es por
eso que la mayoría de marcas de alimentación, están empezando a destacar en sus
envases características del producto que puedan ser consideradas como de
interés por el mercado al que se dirigen.
Así pues, cada día vemos más productos con claims como “sin
azúcares añadidos”, “bajo en sal” o “bajo en grasas”. Pero, ¿hasta qué punto
estos mensajes influyen en la compra? ¿Hasta qué punto decantan la decisión por
un producto u otro o en qué medida ayudan a la reputación del producto?
Para ello se hizo en nuestro país un trabajo en dos
fases, una en tiendas y otra en laboratorio, en la que participaron una muestra
total de más de quinientas personas. El objetivo, por un lado, ver si este tipo
de mensajes generaba algún tipo de impacto emocional en el cliente, si además
de los mensajes los clientes leían los ingredientes y si de alguna manera se
asociaba con la marca en cuestión. Para ello se usó eye-tracking, cascos NIRS y
pulsómetros.
En efecto mensajes como “bajo en sal” o “sin azúcares
añadidos” se leen en los envases especialmente cuando éstos están en los
lineales de supermercados, sin embargo, no generan activación emocional alguna
en la mayoría de los clientes, aunque en aquellos en las que la genera ésta es
muy elevada. Esto confirma que dichos mensajes generan cierto interés, pero
solo contribuyen a decantar la compra en clientes especialmente sensibilizados
con la alimentación saludable. Además, prácticamente ningún cliente lee los
ingredientes o la composición nutricional tras el claim y los que lo hacen son
aquellos a los que les ha generado activación emocional. Lo cual indica que el
cliente especialmente sensibilizado es también el más informado y sabe deducir
por la composición si se trata de un claim vacío o realmente destaca un aspecto
saludable del producto.
Respecto a la asociación con la marca, de nuevo solo más
sensibilizados y a los que les produjo una activación emocional importante el
claim, recuerdan la marca y asocian el claim a ella, tanto si comprobaron en su composición los
ingredientes como si no.
Sin duda, aquí tenemos la confirmación del interés por lo
saludable en la alimentación, aunque dicha tendencia todavía no es lo
suficientemente importante como para decantar la compra salvo en un número muy
reducido de clientes. No obstante, seguro que la cifra de “personas
sensibilizadas” aumenta con el paso del tiempo, lo que obligará a las marcas no
solo a destacar determinados aspectos, como hasta ahora, en los envases, sino
también a pensar en la composición de sus productos.
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